Por otra parte, hace tan sólo unos días aparecieron las primeras fotos de otra tribu amazónica aislada, los Massaco, llamados así por el río que baña sus tierras. Fueron captadas por «cámaras trampa» instaladas en la selva: muestran a un grupo de hombres desnudos que sostienen armas y herramientas, entre ellas largos palos puntiagudos y algo parecido a un cuchillo. «El territorio de Massaco está prácticamente intacto, pero hay que vigilarlo y protegerlo: está rodeado de ganaderos que suponen una amenaza, y el acaparamiento de tierras es habitual en la región».
A pesar de la incesante presión de la agroindustria, los madereros, los mineros y los narcotraficantes, el número de masacres se ha duplicado desde principios de los noventa: hoy hay entre 200 y 250, según estimaciones de Funai, que lleva décadas trabajando para defender la tierra.
El número de kawahiwa también está aumentando, de 20 en 1999 a 35 ó 40 en la actualidad. Se trata de una inversión de la tendencia anterior, resultado de una directiva para evitar el contacto con estas poblaciones. Candor y su equipo encontraron la huella de un niño en la arena junto al río y un cesto de hojas que los kawahiwa utilizaban para mezclar miel y agua. «Significa que se sienten seguros. Están creciendo», afirma, a pesar de la continua deforestación.
«En los últimos años, sus tierras han sido invadidas repetidamente por madereros, acaparadores de tierras y ganaderos, lo que les ha obligado a huir para evitar el contacto y los enfrentamientos violentos», señala además Watson. «El territorio kawahiwa alberga dos reservas mineras con altos niveles de deforestación. Sólo en una de ellas se han destruido al menos 10.000 hectáreas de bosque en cinco años. Su futuro pende de un hilo: a menos que el gobierno reconozca sus derechos territoriales. Esta ciudad no sobrevivirá».
